Madeira day 3 & Lisboa

¡Hola amores!


¡Vamos con el último volumen (3/3) de esta mini-guía de mis vacaciones en Madeira!

El tercer y último día en Madeira recorrimos toda la costa norte de la Isla. Hacía un viento y un frío horribles, 
así que decidimos contemplar el paisaje desde el coche pasando por la antigua carretera 
que va desde Puerto Moniz hasta Sao Vicente.




Los paisajes increíbles, miles de rocas fundiéndose con el mar, cascadas que atraviesan 
por la carretera y un montón de curvas imposibles.

La primera parada fue en Sao Vicente, un pueblo muy tradicional con un encanto especial. El viento casi nos hizo imposible descubrirlo a pié; nuestra intención era tomar algo en las terracitas que se encuentran en el centro, 
pero ¡casi salimos volando! Eso sí, ¡las vistas eran increíbles!





Seguimos nuestra ruta parando por los miradores que nos encontrábamos por el camino y llegamos a Seixal
Este pueblecito es una villa marinera muy mona y con una ermita muy característica. También había un balneario con una pinta… pero claro, ¡el mal tiempo y la lluvia no nos dejaron disfrutarlo! (¡queda pendiente!)



Por último, llegamos a Porto Moniz, la población donde permanecimos prácticamente toda la tarde y donde comimos una rica comida madeirense. Además, nos empachamos a bolo de caco 
(una especie de pan de pita con mantequilla y ajo) ¡que estaba de rechupete!
Éste cuenta con un balneario de agua de mar, en medio de escollos de lava negra 
que forman agujas puntiagudas, arcos y figuras curiosas.
Quisimos visitar el Acuario de Madeira junto al puerto y las piscinas naturales, ¡pero estaba cerrado al mediodía!







Aprovechamos para comprar unos souvenirs y pusimos rumbo otra vez a Garajao, donde teníamos el hotel.
Acabamos de pasar la tarde visitando las tiendecitas del pueblo, tomando café en un bar muy acogedor al lado 
del hotel y nos fuimos hasta la costa para contemplar la caída el sol.




Decidimos descansar en el hotel viendo una peli en la habitación y preparar las cositas para volver a Lisboa a primera hora de la mañana, y así acabar de pasar nuestro último día de vacaciones.




Definitivamente el tiempo no nos acompañó con la lluvia en Lisboa, (que remediamos comprando un paraguas) 
Y además, la híper patosa chica aquí presente, ¡se comió el suelo de la capital Portuguesa por culpa de los charcos!
Esa ciudad tiene un encanto especial: Callejuelas a montones, coches muy antiguos cruzándose 
con los típicos tranvías portugueses, y  gente muy amable y servicial.





Por la tarde noche volvimos al aeropuerto, donde cenamos (¡en Mcdonald’s! ¡viva la dieta!) y esperamos el avión para volver a Barcelona, ¡que al día siguiente tocaba trabajar!

La verdad que la experiencia es 100% recomendable! un viaje genial y la compañía aún mejor! Es un lugar precioso para dejarse llevar y pasar unos días llenos de contrastes!


¡Y hasta aquí la mini-guía de Madeira! 

Gracias por leerla y espero que os sirva si decidís ir; ¡yo seguro que vuelvo!



¡Millones de besos viajeros mis amores!






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